El Oviedo ha conseguido convencerse de que es posible remontar el 1-2 en contra que se llevó ante el Éibar en la ida de la segunda eliminatoria por el ascenso a Segunda. El conjunto de Granero se ha recuperado del mazazo que supuso la derrota y hoy visita Ipurúa con la moral alta y con la firme intención de pelear hasta el último segundo por continuar en la lucha por subir.
Los jugadores azules han borrado el rostro de desolación con el que abandonaron el municipal ovetense por un gesto de optimismo que responde a la confianza que han ido ganando conforme han pasado los días. Poco a poco el 1-2 ha pasado de ser un resultado horrible a un marcador ajustado y remontable. El Oviedo sabe que necesita dos goles y poco le importa que en el intento de lograrlos los vascos puedan marcar uno. El objetivo es tener la eliminatoria viva durante los 90 minutos y confiar en que, si logran crear ocasiones de gol, la moneda caiga esta vez del lado azul.
A ese optimismo que se ha ido apoderando del equipo carbayón ha contribuido de forma decisiva la afición. La hinchada azul empezó a levantar al equipo tras el pitido final del encuentro del pasado domingo en el Tartiere. Los aplausos con los que despidieron a los jugadores y que les obligaron a regresar al campo a saludar fueron el primer empujón. El último se lo dieron ayer llenando El Requexón de banderas y pancartas de ánimo durante el entrenamiento previo al desplazamiento del equipo a Éibar.
En lo deportivo ésta ha sido también una semana especial para el Oviedo. Carlos Granero no es un entrenador que abuse de los entrenamientos a puerta cerrada ni suele obsesionarse con lo que el rival pueda conocer de su equipo. Pero esta semana el valenciano ha sido mucho más cauto. El miércoles cerró las puertas de El Requexón y ayer sólo dejó ver el final del entrenamiento. Quiere sembrar dudas en el Éibar, que piensen qué Oviedo se van a encontrar.
El técnico también ha querido afinar al máximo las jugadas de estrategia. Pretende sorprender al Éibar en alguna acción a balón parado y a partir de ahí jugar con su ansiedad. Sabe que, aunque el conjunto armero tiene fama de aguerrido y experto en este tipo de encuentros, la realidad es que la mayoría de la plantilla vasca está formada por jugadores muy jóvenes a los que les puede pesar un partido de tanta tensión.
La peor noticia de la semana para el Oviedo llegó ayer cuando se confirmó que Iker Alegre no entra en la convocatoria. El asturiano no se ha podido recuperar a tiempo de la rotura en el adductor izquierdo que sufrió el pasado 27 de mayo y tendrá que ver el partido desde la grada. Quien sí ha llegado a tiempo ha sido Galder Cerrajería. Su entrada en la convocatoria ha dejado fuera a Iván Rubio. Tampoco estarán en el banquillo Javi Cantero, Jandro y Fran Sol. Sí estarán en la grada de Ipurúa, como también los jugadores del filial que suelen entrenar con el primer equipo, apoyando como unos aficionados más.
En el lado del Éibar, Garitano podrá contar con todos sus jugadores. El técnico vasco ha repetido todo el tiempo que no piensa cambiar nada y que su equipo saltará al campo como si no se hubiera jugado un partido de ida. Si es cierto, el conjunto guipuzcoano jugaría con la misma alineación que sacó en el Tartiere, dejando a Mainz y Jito en el banquillo y con Arruabarrena en punta. Otra opción sería sacar a Mainz de titular para aprovechar su velocidad ante un Oviedo que está obligado a dar la cara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario