lunes, 21 de enero de 2013

Golpe de autoridad del Real Oviedo

Foto: La nueva España
CF Fuenlabrada: Basilio; Anuarbe (Fran Dorado, minuto 83), Marcos Mauro, Raúl Aguilar, Razvan; Guti, Borja (Dani López, minuto 64); Antonio López (Ryan, minuto 64), Rubén Ramos, Diego; y Pachón

Real Oviedo: Dani Barrio; David Fernández, Mantovani, Baquero, Álvaro; Xavi Moré (Pepe Díaz, minuto 74), Aitor Sanz, Cerrajería, Iker Alegre; Manu Busto (Javi Cantero, minuto 69) y Diego Cervero 8Fran Sol, minuto 86)

Árbitro:
López Amaya (Andalucía). Amarilla a los locales Anuarbe, Rubén Ramos y Raúl Aguilar, y a los visitantes Cervero y Aitor Sanz. Expulsó por doble amarilla a David Fernández en el minuto 69.

Goles:
0-1, minuto 54: Diego Cervero; 0-2, minuto 63: David Fernández  

Incidencias: Fernando Torres, 1.500 espectadores.

El paso del Oviedo por Segunda B debería ser con sensaciones como ésta. La historia y tradición de los azules les impone un papel de favorito que raras veces tiene traducción práctica. Palabras vacías. Ayer tocó una excepción. Uno de esos ejemplos a los que se agarra el oviedismo, exagerado por naturaleza, para soñar un futuro más próspero. El Oviedo mandó sobre el Fuenlabrada con la autoridad del que tiene más argumentos que exponer. El 0-2 final deja la impresión de que los azules ni siquiera tuvieron que pisar a fondo el acelerador. Y eso en Segunda B es sinónimo de que el equipo debe luchar por las cotas más altas. El primer puesto, dicho con claridad.

El resultado es el elemento más caprichoso en el fútbol. Un golpe de suerte aquí o una acción aislada allá puede tener influencia directa sobre el marcador; pero, dejando al margen los elementos no controlables, uno siempre se ha imaginado al Oviedo gobernando los partidos en Segunda B con mano firme. Por eso de la tradición y la historia ya comentado. Vista la trayectoria reciente de los últimos años, esa escena sonaba a utopía.

El Oviedo de Sarriugarte llegaba a Fuenlabrada con la necesidad de refrendar sus buenas sensaciones de las últimas semanas. El Molinón al margen, la trayectoria había seguido una línea ascendente. El Fuenlabrada es uno de esos equipos para los que su posición de «play-off» es un premio, un dulce al que agarrarse con la ilusión del que se encuentra un regalo inesperado. Posiblemente, esa animosidad sea su virtud más marcada.

Salir a competir contra un conjunto así puede invitar a los visitantes a no exponerse más de lo normal, un empate en el Fernando Torres no será visto por nadie con recelo; pero el Oviedo no entendió el partido así. La propuesta de los azules fue buscar la victoria desde el inicio.

Tiró Sarriugarte de la vieja guardia, «el corazón del equipo», como él mismo se ha encargado de definir a los que están en el club desde agosto. Los que se comieron el marrón y firmaron en medio de la incertidumbre que rodeaba al club, explicado de otra forma. La apuesta del vasco recuperó a Busto en la titularidad, un guiño a los amantes de lo diferente. Aunque extrañe también los hay en Segunda B.

Dio la impresión de que la amenaza desde el banquillo era tan evidente que los titulares se tomaron la cita como el último examen de junio. Orlando Quintana, Pepe Díaz, Héctor Simón y Fran Sol tuvieron un efecto directo en el juego sin tener que calzarse las botas. Los de junio, los de siempre, no cederán su puesto de una forma sencilla.

Como ya se ha dicho, el Oviedo salió mandón desde el principio. A veces mediante largas posesiones, muchas otras en rápidas contras, los de Sarriugarte daban sensación de peligro constante. La más clara en los primeros 45 minutos llegó de las botas de Manu Busto, que cruzó en exceso. Contestaron los locales. Ramos chutó con vigor y Barrio respondió con una buena manopla. Apúntensela al meta gijonés.

El dominio se hizo más evidente en el segundo tiempo. Con el premio de los goles, el único fin perseguido. Los dos momentos de celebración nacieron de las botas de Íker Alegre, el futbolista al que mejor le han sentado las vacaciones navideñas. Una incursión del asturiano por su banda acabó cortada de forma poco delicada por Anuarbe. Penalti sobre Alegre. Cervero agarró el balón, lo posó sobre el punto de penalti y completó el trámite con eficacia. Gol. Hay quien asegura que vio fallar un penalti una vez al delantero. No está comprobado.

Con viento a favor el Oviedo se creció y vivió uno de los mejores momentos de la temporada. Combinando, entrando por banda, sí, pero también con un plus de agresividad que le hizo recuperar el balón con suma rapidez. En el tono positivo general sobresalió el trabajo de Baquero (primer constructor del juego de ataque desde la azotea de la defensa) y Cerrajería, un medio de presencia al que el paso de la competición le está viniendo de maravilla. El segundo gol, la sentencia, sirvió para ver la mejor jugada individual del año. Íker Alegre recogió un rechace, pisó y amagó al primer defensor, al segundo lo eliminó con un recorte y al tercero en velocidad. Lució recursos el asturiano. Después propuso la pausa y envió el balón al palo más alejado, donde David Fernández controló y batió por bajo con la tranquilidad del delantero más familiarizado con el área.

El Oviedo había sentenciado el partido, pero aún había espacio para el sufrimiento, que llegó con la segunda amarilla a David Fernández; pero el Oviedo no lo notó. Con aire fresco por los cambios (muy buenas sensaciones de Pepe Díaz, con una marcha superior al resto), el partido murió con más oportunidades para los visitantes que para los locales.

El Oviedo se deshizo con eficacia de un aspirante. Resultado e imagen confirman que el techo del equipo debe situarse en lo más alto. El Tenerife está ya a dos puntos. Y aún debe visitar el Tartiere.

El paso de la competición, -y los buenos resultados, concretamente- han relajado el gesto de Sarriugarte. En sus comparecencias tras los partidos se ve al técnico más expresivo que hace unos meses. Sin dejar ninguna gesto de cara a la galería ni frase de más. No casa con su libro de estilo. La victoria ante el que era el tercer clasificado deja al Oviedo en una posición muy favorable, pero Sarriugarte prefiere mantener un discurso similar al que ha mantenido desde su llegada en julio. «Tuvimos la posibilidad de combinar y apretamos la salida de juego del Fuenlabrada, algo que nos dio serenidad y tranquilidad. El trabajo de nuestros delanteros ha sido vital para evitar esa combinación del rival», aseguró el técnico al final del partido, señalando aspectos que a veces son ignorados por el público por no ser tan evidentes.

Para Sarriugarte, «el primer tiempo fue de control y posibilidades, con pocas aproximaciones del Fuenlabrada y dos o tres opciones claras del Oviedo. Sabíamos que teníamos que ir a por el partido, lo hemos hecho y marcamos dos goles. La expulsión final de David Fernández ha sido una pena porque ha dado un poco de fuerza al conjunto local, aunque hemos acabado sin sobresaltos». La victoria deja a los azules más cerca del primer puesto, a sólo dos puntos, confirmando la buena línea del equipo en las últimas semanas de competición, salvo el borrón ante el Sporting B. Ahora, los fichajes parecen dispuestos a elevar el nivel competitivo del equipo. «Llevamos una línea en la que los nuevos vienen a añadir porque el corazón del equipo ya estaba. Vienen a completar», aseveró.

El técnico lanzó por último un mensaje de tranquilidad: «a veces queremos ir demasiado deprisa. El Oviedo puede llegar lejos desde la humildad, si nos sentimos superiores no haremos nada».

Por su parte  José María Salmerón es uno de esos técnicos al que no le cuesta reconocer lo que ocurre sobre el terreno de juego. Lejos de pretextos y excusas varias, el entrenador del Fuenlabrada digirió la victoria del Oviedo con normalidad. «No estuvimos bien, no nos sentimos cómodos desde el primer momento. Buscamos demasiados balones frontales y perdimos muchos balones. Hemos tenido un mal día todos», analizó.

El entrenador local apuesta por el Oviedo como candidato a lo más alto del grupo. «Es muy buen equipo y los refuerzos le hacen aún mejor. Tiene una gran plantilla. Son serios, fuertes, van bien por arriba y manejan perfectamente el juego directo intentando aprovechar la calidad de Manu Busto y de los hombres de banda», comentó. «El resultado no peligró hasta la jugada del penalti. A partir de entonces llegaron sus ocasiones más claras porque no nos situamos bien», añadió.

Nacho Azparren /La nueva España

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