Foto: Mario Rojas |
A José Carlos Granero nadie le podrá
acusar de andarse por las ramas ni de falta de claridad. El valenciano
viene a ascender al Oviedo y no hace falta ni que se lo pidan los
consejeros del club. «No me han pedido nada, me lo acaba de decir ahora
el presidente. Es que yo creo que no hay nada que pedir. Cuando uno se
compromete con un club como el Oviedo sabe perfectamente a qué viene.
Todo aquello que no sea el ascenso a Segunda, pues acarrea una carga de
decepción. No es necesario que nadie me diga a qué he venido aquí, ni
que me pida nada. Somos nosotros los que tenemos que ofrecer», dijo.
Tampoco
había muchas dudas de lo que se pretende con el nuevo entrenador. Y es
que al anterior, Félix Sarriugarte, se le despidió con el equipo en
puestos de promoción de ascenso. Si no es suficiente con tener al equipo
entre los cuatro primeros es porque se exige luchar por el primer
puesto y acabar logrando el ascenso. «Había necesidad de nuevos retos,
de nuevas personas que generen impulsos nuevos. El consejo ha entendido
que el perfil más adecuado para afrontar estos diez últimos partidos,
más los que no tengo duda que se jugarán del play-off, es el de una
persona del carácter y del conocimiento de José Carlos Granero»,
confirmaba el presidente del Oviedo, Toni Fidalgo, en la presentación
del nuevo técnico azul.
Como si recitara un manual de autoayuda,
Granero explicaba que para él la presión no es algo negativo. Al
contrario: «depende cómo entienda cada uno la presión y de qué clase de
presión hablemos. Nunca debe ser una presión negativa. Tiene que ser
positiva. Nunca una amenaza, sino una oportunidad. Yo entiendo que éste
es un proyecto precioso y es verdad que hay presión. Pero pertenecer a
un caballo ganador como éste es algo que no nos debe pesar, más bien al
contrario, es algo que nos debe motivar. Yo no lo llamo presión, lo
llamo estímulo. Es excitante, es precioso. Lo que queremos los
entrenadores, y los futbolistas de verdad, es estar en este tipo de
proyectos».
A Félix Sarriugarte le ha matado la falta de conexión
con la grada. Al vasco no le gustaba regalar los oídos a nadie diciendo
que el Oviedo acabaría en primera posición ni mucho menos decir que el
ascenso era obligatorio. Sabedor de eso y de que su futuro en el club
azul va a estar ligado irremediablemente a que consiga o no el ascenso, a
Granero no le ha importado complacer a los aficionados. «La ansiedad de
la gente se acaba con un ascenso», decía el valenciano, para quien la
urgencia histórica del Oviedo es algo «que hay que asumir» y que,
insiste «se acaba y se calma consiguiendo el ascenso». Tras nombrar dos
veces lo que Sarriugarte no se atrevió casi ni a pronunciar en los siete
meses que estuvo al frente del equipo, Granero reculó un poco: «al
menos que nuestro socio, nuestro aficionado, se identifique con
nosotros, que seamos capaces de transmitirles que estamos en la línea y
que somos capaces de conseguir ese ascenso».
Nadie le ha exigido
nada, comenzó anunciando Granero al comienzo de su presentación, pero sí
que parece que le han pedido que se abstenga de buscar excusas, como la
del estado del césped del Tartiere. «Está prohibido utilizarlo como
excusa», decía el nuevo entrenador azul con una sonrisa y dirigiendo su
mirada hacia Toni Fidalgo, para añadir que «fue una de las primeras
cosas que me comentó el presidente. Vamos a esperar a que acaben las
lluvias y mejore el estado del campo. Pero habrá que adaptarse al
terreno de juego, nunca lo utilizaremos como excusa». La lección la
tiene bien aprendida. A partir de ahora le toca convencer a los
jugadores de lo buenos que son. Lo dice el propio Jose Carlos Granero:
«nuestro reto ahora es convencerles de que son los mejores».
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