El cambio de objetivo no supone novedades a corto plazo. Sea la meta el primer puesto o meterse en play-off, el Oviedo se presenta en el duelo de esta tarde con la imperiosa necesidad de ganar. La tiene por varios motivos. El principal, que el pase a la promoción de ascenso aún no está cerrado y, aunque esté cerca, el oviedismo conoce a la perfección las lecciones sobre sorpresas desagradables.
Cerrar el pase a la postemporada es ahora la obsesión de Granero y sus hombres en una recta final que se inicia a partir de las 17.00 horas en el Coliseum Alfonso Pérez. Desde su llegada, el valenciano ha repetido en diversas ocasiones que le gustaría disponer de algo más de tiempo para trabajar en el equipo. El calendario aprieta y, en caso del Oviedo, los sprints se desarrollan a velocidad de vértigo. Por eso, conseguir que el equipo esté clasificado para el play-off cuanto antes le concedería al técnico un ligero margen de maniobra en las últimas semanas de Liga.
Existe incluso un supuesto por el que el Oviedo podría estar clasificado para la promoción mañana mismo, cuando finalice la jornada. Todo pasa por la victoria en Getafe, a la que tendrían que unirse tres resultados más: que el Fuenlabrada pierda en Tenerife, que el Salamanca haga lo propio ante el Madrid C y que el Atlético de Madrid B no gane en casa ante el Alcalá. En todo caso, la victoria en el Alfonso Pérez dejaría cerrado de forma virtual el pase a las rondas por el ascenso.
Al elemento meramente matemático se le une el emocional. Tan importante a estas alturas de la temporada, con el play-off asomando en el horizonte. La derrota ante el Tenerife en el Tartiere en dos zarpazos consecutivos dolió en un vestuario que ha alabado los métodos de Granero desde el primer día de su llegada. Sólo una victoria en Getafe conseguiría aliviar en parte el varapalo recibido hace una semana.
La situación del filial getafense invita a cierto optimismo, aunque Granero no se fía. El Getafe B es décimo en la tabla, sin opciones de meterse en el lío con los de arriba (a nueve puntos del cuarto clasificado) pero sin excesivos problemas para evitar un disgusto en el mes que queda de competición (la promoción de descenso está a seis puntos de distancia). Pero su condición de filial, imprevisible, le da ese punto de misterio que suele despistar a los analistas.
Granero le dará una vuelta de tuerca a su equipo. Algunos cambios son obligados -Casares, Cantero y Héctor Simón se quedaron en casa por problemas físicos- y otros son cosecha del entrenador que quiere introducir algunos matices en la dinámica del grupo. El técnico sopesa la idea de reforzar el centro del campo con la presencia de Cerrajería en el doble pivote y Señé acostado en la banda izquierda. Además, el técnico ha dejado claro que quiere empezar a contar de nuevo con Xavi Moré, que tendrá un lugar reservado en el campo en el segundo tiempo.
Cerrar el pase a la postemporada es ahora la obsesión de Granero y sus hombres en una recta final que se inicia a partir de las 17.00 horas en el Coliseum Alfonso Pérez. Desde su llegada, el valenciano ha repetido en diversas ocasiones que le gustaría disponer de algo más de tiempo para trabajar en el equipo. El calendario aprieta y, en caso del Oviedo, los sprints se desarrollan a velocidad de vértigo. Por eso, conseguir que el equipo esté clasificado para el play-off cuanto antes le concedería al técnico un ligero margen de maniobra en las últimas semanas de Liga.
Existe incluso un supuesto por el que el Oviedo podría estar clasificado para la promoción mañana mismo, cuando finalice la jornada. Todo pasa por la victoria en Getafe, a la que tendrían que unirse tres resultados más: que el Fuenlabrada pierda en Tenerife, que el Salamanca haga lo propio ante el Madrid C y que el Atlético de Madrid B no gane en casa ante el Alcalá. En todo caso, la victoria en el Alfonso Pérez dejaría cerrado de forma virtual el pase a las rondas por el ascenso.
Al elemento meramente matemático se le une el emocional. Tan importante a estas alturas de la temporada, con el play-off asomando en el horizonte. La derrota ante el Tenerife en el Tartiere en dos zarpazos consecutivos dolió en un vestuario que ha alabado los métodos de Granero desde el primer día de su llegada. Sólo una victoria en Getafe conseguiría aliviar en parte el varapalo recibido hace una semana.
La situación del filial getafense invita a cierto optimismo, aunque Granero no se fía. El Getafe B es décimo en la tabla, sin opciones de meterse en el lío con los de arriba (a nueve puntos del cuarto clasificado) pero sin excesivos problemas para evitar un disgusto en el mes que queda de competición (la promoción de descenso está a seis puntos de distancia). Pero su condición de filial, imprevisible, le da ese punto de misterio que suele despistar a los analistas.
Granero le dará una vuelta de tuerca a su equipo. Algunos cambios son obligados -Casares, Cantero y Héctor Simón se quedaron en casa por problemas físicos- y otros son cosecha del entrenador que quiere introducir algunos matices en la dinámica del grupo. El técnico sopesa la idea de reforzar el centro del campo con la presencia de Cerrajería en el doble pivote y Señé acostado en la banda izquierda. Además, el técnico ha dejado claro que quiere empezar a contar de nuevo con Xavi Moré, que tendrá un lugar reservado en el campo en el segundo tiempo.
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