miércoles, 25 de julio de 2012

Goleada madridista en una gran tarde para la afición azul

Foto: Irma Collín
Real Oviedo: Dani Barrio; Owona (Chapi m. 70), Juanpa (Borja dos Santos m. 70), Negredo (Efrén Urrutia m. 70), Candela (Lennin m. 70); Aitor Sanz (A. Llano m. 70), Pascual (Jaime Laviana m. 70), Martins (Coutado m. 64), Manu Busto (Rúa m. 64), Íker Alegre (Jandrín m. 55); Cervero (Jairo Cárcaba m. 64).
 
Real Madrid: 1º tiempo: Adán; Juanfran, Iván, Mateos, Casado; Granero, Mosquera; Denis, Álex Fdez., Lucas; Morata. 2º tiempo: Jesús (Pachecho m. 74); Fabinho, Nacho, Varane, Ríos; Lass, Granero (Álvaro m. 74); Di María, Álex Fdez., Callejón; Higuain.

Árbitro: Alonso de la Lama del comité asturiano (Oviedo). No mostraron amonestaciones.

Goles: 0-1 m. 8 Lucas; 0-2 m. 39 Denis; 0-3 m. 40 Granero; 1-3 m. 53 Martins; 1-4 m. 55 Di María; 1-5 m.74 Di María.

Incidencias: Nuevo Carlos Tartiere, 17.500 espectadores en las gradas

Recibir un puñado de goles se queda en nada cuando se compensa con otro de buenas sensaciones. La presentación del Oviedo post Alberto González se abrió con una contundente derrota, 1-5, ante un rival de postín, el Madrid, pero con la respuesta de la afición como principal activo. Suele ocurrir así en los últimos tiempos. Ver el escudo del campeón de Liga junto al del Oviedo en el video marcador del Tartiere supuso suficiente atractivo para que 17.500 aficionados se dieran cita en el municipal ovetense. 

El Madrid agradeció el recibimiento con un resultado contundente que demuestra que la elástica blanca no entiende de pruebas. Allí, las notas se ponen mediante evaluación continua. La versión sin cafeína del Madrid se encontró con un Oviedo directamente sin gas. Al conjunto azul le pesan aún las piernas y la incapacidad de sus anteriores dirigentes: la mente privilegiada que puso una junta de accionistas en pleno mes de julio ha convertido al Oviedo en un producto en formación cuando se acerca agosto, el mes en el que la competición echa a andar. El equipo que presente Sarriugarte a finales de agosto en Avilés poco se parecerá al ayer visto en el Tartiere.

Mourinho planteó el partido desde el inicio como una oportunidad de probar nuevos mirlos. Una especie de casting entre jóvenes talentos. De inicio, sólo Granero puso un nombre reconocible. Se necesitaron ocho minutos para comprobar que el Madrid no permite concesiones ni en el amistoso más inofensivo. Lucas, debutante ayer, se aprovechó de un exceso de confianza de Owona para encarar a Dani Barrio y batirle con pulcritud.

La intensidad del Madrid apenas pudo ser contrarrestada por los azules. La valiente defensa adelantada del Oviedo se topó con dos problemas en forma de extremos. Dennis y Lucas hicieron de sus bandas pistas de aceleración. Todos los ataques pasaron en el inicio por Álex Fernández, una especie de Paul Scholes en versión Valdebebas. Dos grandes intervenciones de Dani Barrio evitaron que el asunto fuera más grave antes de la media hora.

Aunque la cita llegara demasiado pronto algunos cambios sí se pueden comprobar después de unas pocas sesiones. El Oviedo de Sarriugarte saca en corto. Novedad destacada respecto al pasado más reciente. La brusca conexión Lledó-Martins puede ser sustituida esta temporada por el amable pase a los centrales para que inicien la jugada. Lo agradecerán los medios, lo lamentarán los fabricantes de collarines para las cervicales.

El Madrid se aprovechó de la diferencia física para anotar dos veces más antes del descanso. En la primera, Dennis se aprovechó al espacio; en la segunda, un rebote ponía el feo desenlace a una atractiva aventura de Lucas por la banda izquierda. El 0 a 3 al descanso reflejó la superioridad existente entre un súper pesado y otro notablemente más ligero.

La alegría azul llegó nada más reanudarse el partido. Pascual, el más atinado con el balón, filtró un pase a la espalda de los centrales blancos que Varane se encargó de mejorar prolongándolo. Martins, atento, recogió el balón y batió a puerta vacía. Cualquier mínimo error en las inmediaciones de Martins sigue convirtiéndose en una invitación perfecta para que haya lío.

La posición del senegalés, con la banda derecha como campamento base, deja entrever otra de las novedades para este año. Sarriugarte apostó en su primera muestra por un 4-2-3-1. El gran beneficiado del dibujo es Manu Busto, suficientemente escoltado por la pareja de pivotes, asistido en las bandas y con la referencia de un nueve puro que batalle los balones caídos del cielo. La movilidad y el cambio constante de posiciones entre Martins, Íker Alegre y Busto sonó a marca registrada del nuevo entrenador.

Apenas 3 minutos después del gol local, llegó una de esas jugadas que ensucian un partido. El perjudicado en este caso fue Dani Barrio y el tanto emborronó una actuación que hasta entonces había sido inmaculada. El portero recibió un balón en la frontal, justo en la zona donde el piso es más inestable (aquel concierto de Maná en el último San Mateo sigue coleando...) y quiso asegurar el golpeo parando el balón. Para entonces, Di María ya estaba delante, insaciable. El argentino robó el esférico y marcó a puerta vacía. Injusto desenlace para Barrio, el más destacado de los azules en la primera mitad.

El Oviedo tuvo una oportunidad única de maquillar aún más el resultado. El árbitro señaló penalti en una mano en el área blanca y la acción sirvió para despejar una de las dudas: Manu Busto es, de momento, el especialista desde los once metros. No lo es Diego Cervero, como tampoco es el portador del brazalete, propiedad de Aitor Sanz. El ídolo de la grada tiene que ganarse galones en el vestuario. De momento pasa por un aplicado becario. Manu Busto lanzó con su habitual confianza, con pasito y pausa previos, pero Jesús adivinó las intenciones del cántabro para despejar a córner. Ponerse 2-4 hubiera sido la prueba definitiva que el Tartiere suma una barbaridad con el viento a favor.

La última media hora de partido sirvió para reivindicar el último aliento de El Requexón. Sarriugarte, más por necesidad que por placer, pobló el Carlos Tartiere de ejemplos de cantera. Marcos, Chapi, Lennin, Borja, Efrén, Coutado, Jaime, Rúa, Jandrín o Jairo Cárcaba son ejemplos de que el Vetusta es un recurso del que se puede echar mano en cualquier momento. Ninguno de ellos desentonó frente al Madrid más maqueado de la tarde noche.

Di María puso el broche con el quinto gol a la contra, tras un disparo al palo de Higuaín. Daba igual, la fiesta hacía tiempo que se había desatado en el Tartiere. La afición del Oviedo pide poco para celebrar. Un equipo en construcción con un futuro marcado por el lastre económico se queda en nada ante la ilusión de un equipo que ahora sí, eliminado Control Sport, se siente cercano al aficionado. El 1-5 dio igual, el «volveremos» sonó como en las mejores ocasiones. Esta vez entonado por 17.500 gargantas.

El entrenador del Oviedo, Félix Sarriugarte, hizo una lectura muy positiva del partido de ayer ante el Madrid. El técnico reconoció que aún queda «mucho por trabajar» y que el periodo de preparación «acaba de comenzar», pero vio cosas positivas del partido. Sobre todo quiso destacar la segunda parte que hizo el equipo azul: «en el segundo periodo hemos tenido posibilidades de hacerles daño»

«Con este partido nos hemos puesto en el punto de salida. El Madrid es un espejo perfecto para ver en qué somos más vulnerables y en qué tenemos que mejorar. Después de tan poco tiempo estábamos expectantes y en lo fundamental las conclusiones son positivas», analizó el entrenado del conjunto azul. También quiso dar mucho importancia Sarriugarte al primer contacto entre el equipo y la afición: «el Tartiere ha estado fantástico. Vamos a tratar de corresponder a todo el optimismo que hay ahora alrededor del equipo». Otro de los detalles que gustó mucho al entrenador vasco fue la entrega con la que salieron al campo los jugadores del filial: «en general cuando han salido han estado bien. Se han juntado bien y han hecho un gran trabajo colectivo», dijo. 

Quien también tuvo palabras de alabanza y de ánimo para la afición del equipo azul y para el propio Oviedo fue el jugador del Madrid Esteban Granero, que ayer se desveló como un simpatizante del Oviedo más. «este campo, el Carlos Tartiere, es de una equipo de superior categoría. También la afición es la de un equipo grande. El Oviedo es un club que me ha caído simpático siempre, además tengo muchos amigos de aquí. Estoy seguro de que esta afición verá al Oviedo más arriba en muy poco tiempo», dijo el jugador del Madrid, que ayer fue capitán del equipo blanco por primera vez.

Aitor Karanka, se mostró gratamente sorprendido por el ambiente que se vivió ayer en el Carlos Tartiere y por el ánimo que dio la afición azul a su equipo. «La afición del Oviedo es espectacular. Tanta gente para un partido en estas fechas, en plenas vacaciones... Venir aquí, con el equipo en una situación tan difícil no ocurre en todas partes. Es bonito cómo respondieron», dijo el entrenador vasco.

Karanka también hizo memoria y volvió al tiempo en que era futbolista, cuando pasó por este campo. «Las cosas son diferentes ahora. Como jugador estuve aquí cuando el Oviedo estaba en Primera, con el campo recién estrenado. Tiene mucho mérito el apoyo que da la afición al equipo estando en esta situación. Lo he vivido en directo. El año pasado siguiendo al Castilla ya vi que tenía una afición importante, una afición que siempre está con el equipo», añadió el segundo de José Mourinho.

El vasco también respondió por el buen nivel que demostraron los canteranos blancos, que tuvieron mucho protagonismo en el partido de ayer. «La cantera del Madrid es muy buena y se lleva viendo desde hace tiempo. Nosotros siempre hemos confiado en ella, pero estos jugadores tienen que cumplir con su progresión. Hay que seguir sumando trabajo hasta que en Estados Unidos se pueda tener ya a todo el equipo. Es importante marcar goles, pero lo mejor de estos partidos es ir acumulando minutos de juego y trabajo de pretemporada», dijo.

Para Karanka el partido de ayer fue un «entrenamiento más». «Ha sido un partido ante un equipo que también está en pretemporada y ante una afición que ha estado espectacular», finalizó el segundo entrenador azul.

Nacho Azparren y Antonio Lorca / La nueva España

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