Foto: Irma Collin |
Negredo propuso el lema de vestuario y el equipo se acogió a la frase.
«Hay que seguir con vida después del domingo», comentó el central apenas
unas horas después de que el Oviedo encajara una de las derrotas más
duras de la temporada. Perder en La Coruña contra el colista del grupo
cuando sólo valía ganar fue un palo demasiado duro como para digerirlo
en un sólo día. El paso de las horas evidenció que el grupo comenzaba a
levantarse moralmente. No era la primera dificultad que debía solventar
esta temporada.
Lo del Oviedo este año en la Liga es algo más que una carrera de obstáculos. Familiarizado desde el comienzo de campaña con la desgracia, el vestuario ha ido haciendo del sufrimiento su forma de vida. Fue hace unas semanas Aitor Sanz, portavoz del vestuario en los momentos más duros, el que dio una de las claves. «Cuanto más difícil es la situación, mejor rendimiento mostramos», explicó con total naturalidad. Sólo desde esta perspectiva se explican derrotas dolorosas como la de Getafe B o Montañeros.
Ante el Castilla, las horas previas sonaban a plebiscito contra Pacheta y el equipo. La protesta contra el consejo de administración ya se considera incluida en cualquier acto de oviedismo. Las dos últimas derrotas habían escocido. La misma mañana del partido ante el líder, Albacete y Tenerife habían perdido. Otra vez. Los tropiezos se convirtieron en un arma de doble filo: todo lo que no fuera una victoria oviedista podía desencadenar el enfado de la grada.
«Cada partido es una final para nosotros», resume ahora Martins, uno de los símbolos del estilo Pacheta; el primer defensor desde la delantera, el hombre que más golpes recibe por partido. «Es una cuestión para lo que no tenemos respuesta», contesta el senegalés cuando se le cuestiona por las dos caras de este Oviedo. «Lo que sí tenemos todos claro es que competimos mejor contra los equipos de arriba», reflexiona.
A pesar de la victoria ante el campeón del grupo, el Oviedo aún tiene el agua al cuello. Es quinto a un sólo punto del cuarto, próximo rival. La visita al Tenerife se concibe ahora como el próximo campo de batalla. El objetivo es ganar; no parece sencillo ante un equipo con semejante potencial. Pero a este Oviedo le van los duelos calientes.
Lo del Oviedo este año en la Liga es algo más que una carrera de obstáculos. Familiarizado desde el comienzo de campaña con la desgracia, el vestuario ha ido haciendo del sufrimiento su forma de vida. Fue hace unas semanas Aitor Sanz, portavoz del vestuario en los momentos más duros, el que dio una de las claves. «Cuanto más difícil es la situación, mejor rendimiento mostramos», explicó con total naturalidad. Sólo desde esta perspectiva se explican derrotas dolorosas como la de Getafe B o Montañeros.
Ante el Castilla, las horas previas sonaban a plebiscito contra Pacheta y el equipo. La protesta contra el consejo de administración ya se considera incluida en cualquier acto de oviedismo. Las dos últimas derrotas habían escocido. La misma mañana del partido ante el líder, Albacete y Tenerife habían perdido. Otra vez. Los tropiezos se convirtieron en un arma de doble filo: todo lo que no fuera una victoria oviedista podía desencadenar el enfado de la grada.
«Cada partido es una final para nosotros», resume ahora Martins, uno de los símbolos del estilo Pacheta; el primer defensor desde la delantera, el hombre que más golpes recibe por partido. «Es una cuestión para lo que no tenemos respuesta», contesta el senegalés cuando se le cuestiona por las dos caras de este Oviedo. «Lo que sí tenemos todos claro es que competimos mejor contra los equipos de arriba», reflexiona.
A pesar de la victoria ante el campeón del grupo, el Oviedo aún tiene el agua al cuello. Es quinto a un sólo punto del cuarto, próximo rival. La visita al Tenerife se concibe ahora como el próximo campo de batalla. El objetivo es ganar; no parece sencillo ante un equipo con semejante potencial. Pero a este Oviedo le van los duelos calientes.
Que los cuatro primeros clasificados de la competición pierdan en la
misma jornada sólo se puede explicar en el grupo I de Segunda B. El
cambio de grupo esta temporada fue una de las peticiones de la dirección
deportiva y técnicos para que el equipo luchara por las primeras
posiciones. Visto el desarrollo de la temporada, o bien el nivel medio
del grupo es superior al que se pensaba o que los equipos llamados a
marcar las diferencias han fallado con demasiada habitualidad.
«Hay mucha igualdad en el grupo y es muy difícil conseguir una victoria. Habrá que seguir luchando hasta el final porque en un grupo de este nivel nadie se puede relajar», analiza Martins posicionándose con los que alaban la dificultad del grupo I.
«Hay mucha igualdad en el grupo y es muy difícil conseguir una victoria. Habrá que seguir luchando hasta el final porque en un grupo de este nivel nadie se puede relajar», analiza Martins posicionándose con los que alaban la dificultad del grupo I.
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