Foto: www.salamanca24horas.com |
UD Salamanca: Mario Villoria; Zubiaurre, José Ángel, Pol Bueso, Coque; Victor Andrés (Ladero, minuto 84), Lázaro; Piojo (Pablo Gómez, minuto 70), De Lucas, Borja Sánchez; e Igor (De la Nava, minuto 70)
Real Oviedo: Dani Barrio; Owona, Mantovani, Baquero, Javi Cantero; Iker Alegre (Jandro, minuto 64), Aitor Sanz, Pascual (Aquino, minuto 52), Manu Busto; Cerrajeria y Cervero (Oscar Martínez, minuto 69)
Árbitro: Vizuete Sánchez (Andalucia). Amarilla al local Lázaro y a los visitantes Baquero, Owona e Iker Alegre.
Goles: 0-1, minuto 10: Iker Alegre; 1-1, minuto 26: Igor; 2-1, minuto 46: De Lucas; 3-1, minuto 57: De Lucas
Incidencias: Helmántico, 5.204 espectadores
Real Oviedo: Dani Barrio; Owona, Mantovani, Baquero, Javi Cantero; Iker Alegre (Jandro, minuto 64), Aitor Sanz, Pascual (Aquino, minuto 52), Manu Busto; Cerrajeria y Cervero (Oscar Martínez, minuto 69)
Árbitro: Vizuete Sánchez (Andalucia). Amarilla al local Lázaro y a los visitantes Baquero, Owona e Iker Alegre.
Goles: 0-1, minuto 10: Iker Alegre; 1-1, minuto 26: Igor; 2-1, minuto 46: De Lucas; 3-1, minuto 57: De Lucas
Incidencias: Helmántico, 5.204 espectadores
Llegó el Oviedo a un escenario imponente, a uno de esos estadios donde lleva reclamando jugar varios años, y el equipo se achicó, se hizo pequeño, diminuto, hasta desaparecer de El Helmántico, gigante a pesar de la situación de emergencia que atraviesa la entidad. Piojo, un chico que atraviesa los mismos problemas económicos que todo el Salamanca -y que media Segunda B, habría que añadir-, se bastó para acabar con los de Sarriugarte, temerosos y angustiados durante el duelo. Y eso que el Oviedo tuvo varios factores a su favor.
El primero, el del
resultado, suele ser un seguro esta temporada. El Oviedo saltó al campo
con decisión, con empuje y buenas maneras. A los tres minutos lo había
demostrado en la primera llegada, un remate de Cervero ligeramente
desviado. Lo confirmó a los diez minutos con un tanto de la factoría
Sarriugarte: córner al primer palo, prolongación de Baquero y Alegre,
con cara de pasar por allí por casualidad, empujó a la red.
La
escena no podía ser mejor. El Oviedo ganaba, mostraba un juego impoluto
y, como elemento añadido, mil gargantas le apoyaban desde la grada. Su
momento de lucimiento coincidió con el peor bache de la etapa
Sarriugarte del club. Huérfano de objetivos imposibles -sello personal
del club en los últimos años-, el equipo cedió terreno. Es como si la
motivación decayera al encontrarse un panorama tan favorable, tan
cómodo.
Todo lo contrario que el Salamanca. Sus trabajadores no
han cobrado desde que comenzó el campeonato, el club corre serio peligro
de desaparecer de manera inmediata y el partido añadía dosis de
pesimismo difíciles de gestionar. El Oviedo vio un trayecto confortable
mientras que el Salamanca planeó un reto apasionante. En el fútbol, las
mentes aventureras suelen tener premio. La reacción salmantina llegó
favorecida por un accidente. Javi Cantero llegó al área demasiado
animado. Piojo puso de su parte. De la fricción entre ambos llegó el
penalti, en una de esas decisiones arbitrales que pueden aceptarse en el
centro del campo, pero que se analizan con más recelo cerca de las
áreas. Igor, eterna bestia negra del oviedismo desde su etapa en el
Pontevedra, puso las tablas en el marcador.
El gol reforzó la candidatura local. Si el aspecto anímico es el que
ha impulsado al Salamanca en el inicio de campaña, su fútbol no
desentona con la fe mostrada. Con un fútbol rápido y vistoso, los
locales arrinconaron al Oviedo. La defensa pareció acomodarse unos
metros más atrás que de costumbre y el centro del campo fue una zona de
paso, nunca un elemento dominador del juego. Sarriugarte había propuesto
sobre el césped un equipo poblado de medios. Cerrajería se diluyó
detrás del delantero, a los pivotes les costó sujetar al equipo, pero el
gran perjudicado fue Manu Busto, olvidado en la banda izquierda, un
exilio forzado.
El descanso pareció una solución magnífica para
enmendar fallos. No fue así. En gran medida por culpa de Piojo, otro
nombre que apuntar a la lista de verdugos azules. El extremo volvió a
retar a Cantero en su hábitat, la banda. El salmantino salió victorioso,
de nuevo, y su centro al corazón del área llegó a dominios de De Lucas.
Que el balón le cayera a su pierna derecha, la menos hábil, no fue
obstáculo para adelantar al Salamanca. El ex sportinguista anotó y lo
celebró con éxtasis ante la hinchada azul. No sería su último grito de
entusiasmo de la tarde para el centrocampista.
La jugada vivió una
secuela diez minutos después. Para que el personal no se despistara,
repitieron protagonistas: Piojo desbordando y asistiendo, De Lucas
marcando y exhibiendo un amor desmesurado por el escudo del Salamanca.
Minutos después del partido, confesaría motivaciones adicionales en su
festejo.
El gol acabó con el partido. Desde una perspectiva
emocional, el Salamanca se merendó al Oviedo. Los problemas planteados
durante el partido fueron encarados con valentía por los locales,
supervivientes por definición esta temporada. Los azules no lograron la
reacción tampoco desde el banquillo.
Había probado Sarriugarte en
la segunda mitad con Manu Busto por el centro, una promesa para tener el
balón que se diluyó a los pocos segundos, con el primer mazazo de De
Lucas. Tras el segundo varapalo del centrocampista, el técnico vasco
introdujo nuevas variables. La calidad de Óscar Martínez y la
profundidad de Jandro tampoco se dejaron ver. El Oviedo acaparó el balón
más por vergüenza torera que por convicción propia, pero el meta
Villoria apenas sufrió rasguños. Un centro cerrado de Busto y un remate
de Jandro completamente solo en el área pequeña supusieron el pobre
bagaje ofensivo de los azules.
El partido dejó pocas lecturas más
hasta el final. El Oviedo se achicó justo en el momento en el que se
esperaba más de él, el día señalado para demostrar que el proyecto de
este año va en serio. Aún queda mucha competición y varios momentos para
la reivindicación. Hasta la fecha, el Oviedo de Sarriugarte ha mostrado
mejoras importantes en juego y rendimiento, pero también mantiene
alguno de los defectos que más daño hicieron la temporada pasada: su
incapacidad para rendir fuera de casa. El reto a partir de ahora es
claro y el fútbol suele ser justo con los valientes. Se demostró ayer en
Salamanca.
Al termino del partido a Sarriugarte le tocó analizar un mal
partido de los suyos. El inicio de partido de los azules hacía
presagiar un desarrollo del partido diferente, pero el Oviedo se vino
incomprensiblemente abajo tras anotar su gol. El técnico vasco trató de
buscar las causas del cambio de rumbo en el choque: «el partido ha
pasado por diversas fases. Empezamos bien el partido, creando ocasiones y
poniéndonos con ventaja en el marcador, pero quizás nos faltó mantener
el equipo un poco más alto. Nos igualaron en una jugada dudosa que
propició que el Salamanca se metiera de lleno en el partido». Y añadió:
«el Salamanca encontró premio muy rápidamente y eso los ha espoleado,
igual que al comienzo del segundo tiempo. Nosotros necesitamos ser más
contundentes en defensa».
El inicio de la segunda parte fue el
momento elegido por Sarriugarte para dar una vuelta de tuerca al Oviedo.
Poco pudieron hacer los azules. El Salamanca anotó al minuto de la
reanudación evitando que los cambios planteados surtieran efecto. «Puse a
Manu en el centro para tener más el balón y también lograr más
contención en la banda izquierda con Cerrajería actuando allí, donde nos
estaban creando más problemas. El 2-1 nos ha costado, tenemos que ser
más duros», expresó Sarriugarte.
La derrota fuera de casa se suma
a la de San Sebastián de los Reyes. con lo que el saldo de goles
recibidos se eleva a seis en dos partidos. El técnico mostró su
preocupación por las dos caras mostradas hasta la fecha por los azules
dependiendo del escenario en el que se juegue el partido: «es algo que
tenemos que mirar porque el juego defensivo lejos del Carlos Tartiere
necesita ser más contundente, más duro. Cuando lo logremos y mantengamos
esa intensidad, tendremos mejores números».
El técnico local, Gorka Etxeberra, recibió la única alegría de la
semana sobre el césped del Helmántico. El Salamanca atraviesa graves
problemas económicos que han imposibilitado que los jugadores y demás
trabajadores del club hayan cobrado un euro hasta la fecha. El propio
técnico charro actuó como altavoz la semana pasada para exigir a los
administradores concursales una solución antes de ponerse a escuchar
ofertas. Ayer, el vasco cambió su discurso para ensalzar los valores de
un equipo que a penas nota los problemas extradeportivos. «Estoy muy
orgulloso de este equipo, tiene un mérito enorme por haber empezado
perdiendo. Lo que menos vistoso parece, ha sido nuestra mayor virtud»,
indicó el entrenador.
En el análisis del partido, Etxeberria prefirió alabar el papel de los suyos antes que critican a su rival. «El Oviedo no me ha decepcionado, ha estado fuerte de salida, cambiando rápido de sector el balón para hacernos daño; nos ha sorprendido, pero le doy mérito a mi equipo. Hemos sido más que ellos, el Oviedo quedó deslucido por nuestro juego», comentó. «El Oviedo va a estar arriba al final de la temporada, no tengo ninguna duda», añadió.
El partido tuvo su continuidad después del minuto 90 gracias a Pablo
de Lucas. El jugador de Elche y criado en la cantera del Sporting
celebró sus dos tantos señalándose el escudo del Salamanca mientras
fijaba su mirada en la grada ocupada por seguidores oviedistas. El
centrocampista dio su versión de los hechos: «soy del Sporting y ahora
defiendo la camiseta del Salamanca. Si puedo besar el escudo y
dedicárselo al Oviedo, mejor».
El malestar azul se hizo palpable por medio del consejero Pedro Zuazua en su cuenta de Twitter: «Los jugadores que celebran un gol provocando a la afición rival deberían ser sancionados. Por mezquinos». El consejero añadió después a este periódico que «en el caso de que lo hiciera un futbolista del Oviedo lo criticaría igualmente».
A De Lucas se le mencionó el enfado de la expedición azul por la celebración de los dos tantos y el centrocampista fue más allá: «el Oviedo tiene jugadores de la cantera del Sporting, que son sportinguistas y juegan de titulares, pero de esto no se dice nada».
Nacho Azparren / La nueva España
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