Foto: La nueva España |
Pedro Zuazua es el consejero más joven del Oviedo. Filólogo hispánico de formación y periodista de profesión, reparte el tiempo entre sus responsabilidades como director de comunicación del periódico «El País» y la gran pasión de su vida, el Real Oviedo. Llegó al club por petición del alcalde, Agustín Iglesias Caunedo, que veía en él a una persona que contaba con la simpatía de la afición en una etapa en la que tocaba abordar asuntos muy delicados en la entidad azul. Tras una ampliación de capital en la que se han superado las previsiones más optimistas, Zuazua sigue a disposición del club: «si el Oviedo me necesita, allí estaré».
¿Cómo llegó al consejo?
Por una llamada del alcalde de Oviedo
dos días antes de la junta. La primera idea era que José Luis Díaz fuese
el presidente y Pedro Cordero, el hombre de Pina, uno de los
consejeros. Dije que sí desde el principio.
¿Qué se le pasó por la cabeza cuando se tuvo que suspender la primera junta porque Díaz declinó ser presidente?
Fue
todo muy rápido. Yo no iba por los nombres, iba por el Oviedo. Luego
recondujeron rápido la situación y para mí que se sumaran Toni Fidalgo y
Sabino López fue una muy buena noticia.
Usted fue el que propuso a Juan Ramón González. ¿Por qué?
Necesitábamos
gente y cuando me preguntaron, en el primero que pensé fue en él.
Comparándolo con un futbolista es como si fichas a Xavi Hernández. Es un
cerebro y una persona muy trabajadora. El resto no lo conocían, pero
dije que ponía la mano en el fuego por él. Al final el consejo que se
creó fue una mezcla extraña, pero perfecta. Estoy convencido de que si
no es por Toni y por Sabino, el club no sale a competir. También
aportaron mucho Hugo López y Jorge Sánchez.
¿Qué se encontraron en el Oviedo cuando llegaron?
Todo
era podredumbre. Una dejadez absoluta, pero no por parte de los
empleados. Te podías imaginar que con Martín Vaca y Alberto González las
cosas no podían ir muy bien, pero desde dentro era mucho peor. El
fútbol español debería actuar contra personajes nocivos como éstos.
¿Por dónde empezaron?
Lo
primero que había que hacer era un equipo para competir, construir una
plantilla que no se saliera del presupuesto. Luego vino la campaña de
abonados, en la que intentamos transmitir la ilusión por el cambio en el
equipo.
¿Cuánto peso tuvo la mala situación económica del club?
Estábamos
y estamos apretados económicamente. Tenemos que seguir siendo austeros.
Pero gracias a la gente pudimos salir adelante. Nos hicieron la campaña
de abonados gratis, arreglaron El Requexón... Es inimaginable todo lo
que la afición ha hecho por este club. La gente estaba volcada con la
nueva etapa y así es difícil que las cosas salgan mal. Íbamos con el
viento a favor.
¿Cómo vivió la posibilidad de que el Oviedo desapareciera?
Tremendamente
preocupado... y eso que era el más optimista del consejo. Los demás,
que son personas más cuerdas, lo veían aún peor. Lo pasaba fatal
pensando que yo, que soy un loco de este equipo, fuera a ser uno de los
que echara el cierre. Por aquí ha pasado gente impresentable que no
quería a este equipo y pensar que yo, que lo quiero, iba a tener que
presentar su acta de defunción...
¿Cuándo empieza a ser más optimista?
Recuerdo
un mensaje muy al principio que le mandé a Juan Ramón en el que le
decía: «Como esto nos salga bien vamos a hacer historia». En ese momento
estábamos hablando de traducir la página al inglés, pero no sabíamos
hasta dónde iba a llegar todo esto. Empezamos a creérnoslo cuando vimos
que después del primer fin de semana no bajaba el volumen de gente
comprando acciones en el Tartiere.
¿Cuáles fueron las claves?
Salió
todo muy bien: la campaña de «los mil de 1.000», y conectar con el
mundo anglosajón, que tiene un gran poder adquisitivo y que vive el
fútbol de una forma espectacular. En el consejo había una mezcla de
juventud y experiencia: se necesitaba gente joven que conectara con las
redes sociales. Fue una conjunción de factores que llevaron a este
desenlace. Pero la clave de todo esto es el Oviedo. El éxito es del
oviedismo. Son tan importantes los 10,75 euros de una persona que está
en paro como los dos millones de Slim. Sin lo uno no hubiera venido lo
otro.
Con la llegada de Slim se produjo la tormenta perfecta?
Estar
en manos del hombre más rico del mundo es mejor que estar en las del
segundo más rico. Tiene una solvencia que es muy positiva para la
sociedad. No ha invertido porque tenga intereses aquí, no hay un lado
oscuro. Ha entendido el mensaje, ha visto que el Oviedo es un equipo
diferente y con una afición impresionante. Por eso ha venido.
¿Qué conclusiones saca?
Que
el Oviedo es el mejor equipo del mundo. No hay afición ni historia como
la nuestra. También he aprendido que el mundo del fútbol es muy
complicado y que hay gente muy turbia, pero que con coherencia y
sensatez es todo más fácil. De lo que estoy seguro es de que es la
pasión lo que mueve el mundo. Esta historia sin pasión no hubiera sido
posible.
¿Habrá un antes y un después?
Debería. El club de
una ciudad ha pasado en parte a ser global. Hay que cuidar al
accionista extranjero. Tienen que sentirse oviedistas y para eso tenemos
que trabajar mucho.
¿Seguirá en el consejo?
Ni idea. Se
nos llamó para llevar la ampliación a buen puerto y lo hemos hecho
gracias al oviedismo. Quien esté en el nuevo consejo lo decidirá el
máximo accionista. Se necesita más gente, porque entre cuatro es
imposible abordar todo el trabajo. Lo único que puedo decir es que si el
Oviedo me necesita, allí estaré.
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